Yoel Eduardo habla con
Gonza, el amigo de la agencia de Eventos. Le cuenta, emocionado, su primer
contacto con La China Suarez, le lee los intercambios de WhatsApp. Gonza le
dice que La China debe estar muerta con él, los chabones no se le tiran a una
mina que recién tuvo un hijo. ¿De quién? Pregunta Yoel Eduardo y antes de que
Gonza le responda, le dice que a él no le importa criar el hijo de otro y hasta
darle su apellido, porque el amor es más fuerte. Gonza le mete más ficha y al
colgar, siendo las dos y cuarto de la mañana, Yoel Eduardo cree que es el
momento de mostrar que está pila, a full, para ella. Abre el WhatsApp y ataca:
Yoel Eduardo: Cómo va
la mamita más linda (Carita con guiñada de ojo)
El mensaje figura como
leído. A Yoel le corazón le rompe las costillas.
Yoel Eduardo: Tamos en
la misma, mi sobrina tiene ocho meses (Pulgar para arriba)
Vuelve a marcar como
leído, pero no contesta.
Yoel Eduardo: (Una rosa)
La China Suarez: (Carita
de dormida)
Yoel Eduardo: (Carita
con guiñe de ojo y pulgar para arriba).
Ese último mensaje,
figura como no leído. Sabe que sumó un toco para su lado, porque mostró que no
es uno más, él es paternal y comprometido. Se imagina una nota en la revista
Caras, ella, él y el bebé, sentados en el living, sobre una alfombra, rodeados
de juguetes, un perro Golden Retriever y calefaccionados por un hogar con leña
encendida; el título sería “China Suarez: Con Yoel Eduardo decidimos apostar a
la familia”.
Yoel Eduardo se tira en
la cama. Se echa de costado. Al lado de la cara, sobre la almohada, está el
celular. No puede pegar un ojo. Piensa en la nota de la revista Caras, en la
fama y en el mensaje que La China Suárez va a enviarle.