viernes, 28 de febrero de 2014

El portero de mi analista XVII - Chorrito móvil

Tengo casi decidido que no voy a seguir haciendo terapia. No sé, hay cosas que no me cierran, la terapia no me ayuda, mi vida no cambia una mierda, la conexión con el terapeuta está trabada. Pero el fin no será hoy. Ya estoy en la puerta del edificio donde vive mi analista, a cinco minutos del inicio de la sesión, solo. En realidad, no tan solo, en la vereda está el tipo del Octavo Piso con el perro Lanita y, en los canteros, Adolfo, manguera en mano. Pero me siento solo, solo y solo porque no está Rosaura. Y no soy boludo, entendí, la semana pasada, que Adolfo puso precio por ella. Eso se verá, no sé, no voy a discutirlo, cada uno hace con la vida lo que puede, a mi analista también le pago y nadie se alarma ni nadie me dice que ir a terapia no me ayuda una mierda y, arriba, hace que me lo tenga que fumar a Adolfo, el portero, cada semana, en la previa a la sesión. Y ya dije, lo tengo decidido, voy a dejar de hacer terapia. Y si vine es solo para ver si estaba Rosaura. Desde hace una semana no dejo de pensar en ella. Dijo que me iba a llamar, y nada. Tuve el celular encendido y en modo normal hasta cuando me iba a dormir, que, dicho sea de paso, no fue mucho lo que dormí porque la cabeza me quemaba de tan solo pensar en Rosaura. Rosaura, Rosaura, Rosaura, repito en estos momentos soledad abisal. Y cada vez que la nombro, para mis adentros, donde mis entrañas arden cual simas del infierno, Adolfo aprieta la punta de la manguera y el chorro del agua sale recto. No puede ser que me escuche, debe ser coincidencia. Se acerca el vecino del Octavo Piso, me pregunta si me abre y, aunque falta un minuto para la sesión, y bien que podría entrar, le digo que no, que le agradezco, que es temprano. Y no le digo que me quedo para ver si entra Rosaura (y otra vez, el portero pasa a modo chorro de agua recto). El vecino, al ver que Lanita mordisquea muy entretenida los cordones de mi zapatilla, decide quedarse, el minuto de diversión le viene bien al Caniche Toy y a mí, dice, así entramos juntos y la seguimos arriba del ascensor, y no voy a interpretar eso como una tirada de onda, que el vecino, en realidad, me está tirando los perros a mí, sino, prefiero suponer, de mí solo quiere mi intervención lúdica con su tierna Lanita. Porque si me tira media onda, que digo media, un cuartito de onda, le digo que soy todo para Rosaura (y ahí está, la manguera de Adolfo pasa a modo chorro recto y el agua pasa de lardo del jardín y golpea, furiosa, contra el asfalto). Estaría bueno que Adolfo, por lo menos deje de darme la espalda, que se de vuelta, quedan segundos, nomás, para que toque timbre. Si él se diera vuelta y viera mi cara de perrito mojado, desamparado y en celo, se apiadaría de mí, la llamaría y, quien te dice, a la salida o en un llamadito, ella reaparece (el chorro de la manguera, operado por el portero, va curvo, sobre el jardín, que ya es un pantano, porque dije mentalmente “ella” y no “Rosaura”, y otra vez, aprieta la punta, el chorro sale recto, horadando el aire y los fantastmas). Desde el portero eléctrico preguntan quién es y vecino del Octavo Piso dice ahí te lo subo a Juan y me toca el hombre, me empuja, me doy la vuelta, entro al palier. El vecino del Octavo no saca su mano el agarre de mi hombro, Lanita no deja de deshilachar el cordón de mi zapatilla, ni siquiera cuando subimos al ascensor.

Agustina Cherri y Yoel Eduardo en "Te tiro una perdida" - Episodio 15

Termina la función, durante todo el día a Yoel Eduardo le quemó la cabeza, la idea de que Agustina Cherri y Pipa nunca hayan hablado, y que la jugada haya sido en vano. Presiente un nuevo derrumbe, que se padece mucho más que estar aplastado por el derrumbe. Prende el teléfono. Tiene otro mensaje de Nolo Meza. Entre tanta malaria, le parece una buena señal.
Se aleja del seguidor y esconde entre las sombras de uno de los palcos de la sala. El personal de limpieza ya está ahí y no quiere que nadie escuche la vida privada de un famoso, él.
Llama al número de Nolo Meza y corta. Nolo Meza (que ya sabe de los tiempos de Telemarketer en Banco Río que Yoel Eduardo es un tirador serial de perdidas) lo llama al toque. Ni bien Yoel Eduardo dice hola, Nolo Meza se despacha con que Pipa lo llamó para encontrarse urgente y que, después de pasar por un telo para rememorar tiempos pasados, le contó que Agustina Cherri pensó que Gastón Pauls había inventado un nombre con otro número de celular para entrarle por el WhatsApp y que al mostrarle los intercambios, Pipa se dio cuenta de que era Yoel Eduardo, porque sus mensajes de WhatsApp son marca registrada. Nolo Meza le cuenta que Agustina Cherri está recontra enojada, que habló con Gastón Pauls y éste (junto a sus hermanos Alan y Nico) le pagaron al mejor estudio de abogados (especialistas en delitos de internet) para meterlo preso. Nolo Meza, con tono dramático y una precisión de estratega, le aconseja que conecte, ya mismo, a Agustina Cherri para pedirle disculpas. Antes de cortarle, le agradece que le haya devuelto a Pipa a su vida, el polvo que se echaron fue mágico. Yoel Eduardo le dice que no tiene nada que agradecer y corta.
Yoel Eduardo está muy enojado. Lo primero que se le viene a la cabeza es que Gastón Pauls es como el perro del hortelano, que no come ni deja comer. Pasado el instante de bronca, reconoce que la reaparición de Nolo Meza es providencial, se da cuenta de que venía necesitando un amigo ideal para fortalecer su planificación para enganchar a la actriz famosa recontra buena de sus sueños.  
Antes de pensar en lo que sigue, terminará lo que empezó. Conecta el WhatsApp
Yoel Eduardo: Cómo va la chancle? (carita con sonrisa) Este es tu momento, vas a explotar como actriz de culto!!!! (pulgar para arriba)
Agustina Cherri: ?????
Yoel Eduardo: Te estuve haciendo una prueba por WhatsApp para el nuevo proyecto, algo groso y QUEDASTE!!! Grosa, te felicito!!!! Mirá que te jugué fuerte, tenía que ir al límite (cinco pulgares para arriba)
Agustina Cherri: Q T PASA?
Yoel Eduardo: Boluda, manejá la ansiedad, ya te va a llamar el productor, bancá un poco, te vas para Españ. A brindar con cañas y tapas! OLÉ!!! Hay muuuucha pasta, tía, vas a ser la actriz principal, un teatro de Madrid.
Agustina Cherri: (manito con puño cerrado y dedo mayor levantado)
Yoel Eduardo: JAJAJA sos un cago de risa. Practicate algo de idioma, acordate que Pija es cheta, Concha es nombre de mujer y nada, no me vayas a hablar de vos, en la obra todo de tú ¡Y millones para ti! Te tiro una perdida cuando abroche el contrato, SEÑORA ACTRIZ (manito de saludo)

Yoel Eduardo se desconecta. Está agitado, siente haber corrido decenas de cuadras con la policía pisándole los talones. Aunque dolido (porque sabe que su corazón no responde a las leyes de los abogados, sino a las del amor) no deja de reconocer que se salvó de caer en medio combate de reverendo pedo, sabe que las balas picaron cerca, entonces celebra (con unos fideos con pesto y una jarrita de vino) en Pippo la idea de que soldado que huye, sirve para otra guerra.

jueves, 27 de febrero de 2014

Te tiro una perdida - Episodio 14

Yoel Eduardo está que arde. Siente que metió los golpes precisos, que domina la situación y no hace más que pensar en un final victorioso. Y, como el gato que juega con el ratón atrapado, va a seguir con esta estrategia y eso le cuenta a su amigo Gonza, a quien le tiró una perdida (a las 2AM) para que éste le devuelva el llamado. Gonza celebra el merecido éxito de su amigo, le dice que la mina agarrará viaje al toque porque las minas que recién se separan se desesperan por enganchar de nuevo otro chabón, y si es del palo de la actuación, mejor. Gonza le dice que no se ablande ahora que la tiene entregadita en la palma de la mano, sugiere bardearla con onda, hacer bien el papel del macho alfa para que la hembra débil busque su protección y apareamiento, con el fin natural de prolongar la especie. Yoel Eduardo arde con las palabras del amigo, se disculpa porque tiene que cortar y entra en acción:
Yoel Eduardo: Flequillito Bombón, está durmiendo?
Agustina Cherri: k decís!
Yoel Eduardo: (flor)
Agustina Cherri: CORTALA
Yoel Eduardo: Te quedó miedito al compromiso??? (carita con guiñada de ojo) A mí me dejaron la China Suárez y Dolores Fonzi, entiendo por la que estás pasando.
Agustina Cherri: TAMBIÉN CON ESASSS!!!!!!!
Yoel Eduardo: (pulgar para arriba)
Agustina Cherri: TÁS EN PEDO DE NUEVO ¡ES RE TARDE!
Yoel Eduardo: El amor no tiene hora ni la pasión despertador
Agustina Cherri: LOCO
Yoel Eduardo: Relajá, llegó el macho alfa (carita con guiñe de ojo)
Agustina Cherri: T voy a DENUNCIAR, SI QRÉS HABLAR VENÍ
Yoel Eduardo: Flequi-loca, te voy a domar a mimos
Agustina Cherri: INTERNATE
Yoel Eduardo: Cherrilyptus, dulce y picante a la vez (beso)
Agustina Cherri: YA NO T RECONOZCO
Yoel Eduardo: Preguntale a Pipa. (Manito de saludo)


Yoel Eduardo corta, prefiere dejarla con la intriga, tiene la sensación de que Agustina Cherri no fue a ver a la amiga y él, para concretar su plan, necesita que hable con Pipa para que ésta lo llene de flores. Está seguro que ahora la va a llamar y encara la noche, con cierto nerviosismo, con un luz de duda en el horizonte,  pero se va a controlar, dudar de que el plan no esté saliendo como lo previó es el principio de la derrota, y él (se convence) no nació para perder.

miércoles, 26 de febrero de 2014

Te tiro una perdida - Episodio 12

Yoel Eduardo tiene unos minutos, pocos, para que el sereno ponga las rejas en la puerta del teatro. Se apura, debe actuar con Fé ciega, es un Cruzado que va por su Santo Grial: el corazón de Agustina Cherri. Enciende el celular  y abre el WhatsApp:
Yoel Eduardo: Fuerza Chiqui linda (Pulgar para arriba)
Agustina Cherri: k te pasa?
Yoel Eduardo: (corazón roto) Todo se arregla
Agustina Cherri: ?
Yoel Eduardo: (Pulgar para abajo) Ponete las pilas, saliste ganando
Agustina Cherri: Sos vos?
Yoel Eduardo: (carita de sonrisa)
Agustina Cherri: Cambiaste el número?
Yoel Eduardo: el de siempre.
Agustina Cherri: Estás confundido
Yoel Eduardo: Tengo TODO claro (flor)
Agustina Cherri: (carita triste)
Yoel Eduardo: Saludá a Pipa.
Agustina Cherri: k tiene k ver Pipa.
Yoel Eduado: Sorry, te tengo que dejar, toy a mil (manito de saludo)
Yoel Eduardo desconecta el WhatsApp. Siente que la aguijoneó con lo de Pipa. Sabe que Agustina Cherri va a llamar a la amiga y cuando lo mencione, Pipa se va a acordar de cuando él intervino a su favor y en contra de Nolo Meza, mientras trabajaban de telemarketers en Banco Río.

Yoel Eduardo siente que jugó fuerte, que dio los mejores pasos, que mostró toda su capacidad de juego. Con el pecho inflado, pisa Corrientes y encara para La Farola. Después de semejante escaramuza, se merece una milanesa napolitana con papas fritas.

martes, 25 de febrero de 2014

Misión Kenobi, viaje a las Islas Malvinas y la idea de no vivir polarizados

Entre Vidas dedica espacio a entrevistar a escritores. Es un blog administrado por el periodista Mauro Yakimiuk.
Te comparto la entrevista que me hizo.
Volunteer Point - Islas Malvinas

http://entrevidasmm.blogspot.com.ar/2014/02/juan-guinot-el-viaje-las-malvinas.html

Te tiro una perdida - Episodio 11

Yoel Eduardo sabe que no puede fallar, nada de repetir errores pasados. Para su revolución del amor va a nutrirse de información. La aparición de Nolo Meza lo llevó a interesarse en Agustina Cherri. Y las señales siguen apoyando sus movidas de ficha: el celular de la bella actriz figura en el listado de ciento noventa y cuatro teléfonos de famosas que le pasó Gonza.
Pero, en esta oportunidad, Yoel Eduardo no va a empezar a mensajear por WhatsApp sin antes hacer un poco de inteligencia. Es un soldado del amor que aprendió que las batallas se empiezan a ganar en la correcta planificación del combate.

Yoel Eduardo está de pie, con la espalda apoyada contra una columna, a la salida de la sala donde acaba de iluminar la obra. Aparecen el actor principal y el secundario. Tiene visto que, siempre, tras terminar la obra, se detienen al lado de esa columna, conversan unos minutos y se despiden. Eso mismo, hacen ahora. Yoel Eduardo, a un metro de ellos, los interrumpe para preguntarles si saben algo de Gastoncito Pauls. El actor principal contesta, mirando al actor secundario, haciendo como que él le preguntó y no Yeol Eduardo, un simple operador de seguidor, que se merece el enceguecimiento de sus ojos consagrados antes, durante y después de la obra. A Yoel Eduardo no lo enoja el ninguneo del actor principal, ni siquiera se da por enterado de ello. Yoel Eduardo, por el contrario, está feliz porque el actor principal le cuenta al secundario que la separación de Gastón Pauls y Agustina Cherri es definitiva. Yoel Eduardo se muere de ganas de salir al ataque, la punta del pulgar derecho tiembla, pide entrar en acción. Yoel Eduardo se auto-arenga paciencia, mantener la postura, está entre actores, no puede romper un código de pares, recién va a poder moverse cuando el actor principal avance hacia la puerta del teatro. Yoel Eduardo tiene los ojos cargados y piensa, poético, “mis lágrimas, chufa chufa chá, Agustina, tu  corazón lavarán.

lunes, 24 de febrero de 2014

Te tiro una perdida - Episodio 10

El parlamento de la obra entra en monólogo (de doce minutos) del actor principal. Yoel Eduardo  debe mandar un haz de luz amarillo al escenario. Aprovecha para encender el celular. La musiquita del aparato lo hace destinatario de varios chistidos de los espectadores y de la mirada filosa de su Jefe, en el control de sonido. Yoel Eduardo pone modo silencio. Aparecen varias llamadas perdidas de Gonza y un mensaje. Lo abre. Es de Nolo Meza, un amigo que se hizo cuando laburaba de telemarketing en Banco Río: “Gonza me contó lo de la China Suarez y Dolores Fonzi, llamame”.
Yoel Eduardo no puede creer que Gonza sea tan botón.
El mensaje de Nolo Meza le hace acordar que, junto a ellos, trabajaba Pipa, una amiga íntima de Agustina Cherri. De hecho entre Pipa y Nolo Meza hubo algo, medio serio y hasta llegaron a hacer una salida de pareja con Agustina Cherri y Gastón Pauls. Nolo Meza había pegado la foto en el box retratando esa salida de cuatro, lo que provocó el fin de la relación. A Pipa le pareció que Nolo Meza la había buscado de puro cholulo, se sintió usada y lo mandó a la mierda. Yoel Eduardo apoyó  la postura de Pipa. Cuando los oyó discutir, fue hasta el box y le dijo a Nolo Meza que si quería algo tenía que ir de frente, exponerse, jugar el corazón y volvió a su posición. No volvieron a hablarse; Nolo Meza quedó tan enojado con él, que ni siquiera fue al almuerzo de despedida en Nac & Pop, que los compañeros le hicieron a Yoel Eduardo cuando  renunció al puesto de telemarketer para saltar a un teatro de Avenida Corrientes (y trabajar de asistente de iluminación).
Abandona los recuerdos, guarda el celu en el bolsillo, toma el control del seguidor con ambas manos, el actor principal está terminando el monólogo con “Nadie compra el corazón de un proletariado”. Yoel Eduardo baja la perilla de la luz, la sala oscurece. Por los parlantes entra la pista grabada de un chelo lastimoso, punzante (preludio del último acto).

Yoel Eduardo se queda pensando la frase que soltó el actor, cree que ha ocurrido un milagro, una de esas señales que le abren el camino, ese texto lo interpela. Yoel Eduardo empieza a verse como un proletariado del amor. Su bandera revolucionaria dice Agustina Cherri. 

viernes, 21 de febrero de 2014

Dolores Fonzi y Yoel Eduardo en "Te tiro una perdida" - Episodio 9

Yoel Eudardo se despegó de la almohada. El lamparón de llanto es un redondel húmedo en el mullido receptor de cabeza. No puede demorar más las cosas, enciende el celular, escribe:
Yoel Eduardo: Hola, Dolo, hubo una confusión, nunca quise otra cosa que mantener una relación de laburo.
Dolores Fonzi: Ok
Yoel Eduardo: Tomamos algo, así te cuento.
Dolores Fonzi: Viste q hora es??? (manito de saludo)
Yoel Eduardo: (Carita triste – Revólver – Pulgar para abajo)
Dolores Fonzi: Q quieres pendejo
Yoel Eduardo: (Manito de saludo)
Dolores Fonzi: Pinche way, soy el marido de Dolores.
Yoel Eduardo: Gael! CA-PO (pulgar para arriba) Fue sin querer queriendo JAJAJA!!!
Dolores Fonzi: Me la pelas
Yoel Eduardo: Tu Gael Yo Yoel, GE-NIO. Qué mujer tenés. Hacen una pareja DI-Vi-NA (pulgar para arriba)
Dolores Fonzi: Chinga tu madre, pendejo, te voy a ir a buscar.
Yoel Eduardo: Dale, hablamos, tengo un proyecto para vos, te dejo, estoy a mil (manito saludo)

Yoel Eduardo bloquea a Dolores Fonzi (y a Gael García Bernal). Apaga el celular. Salta de la cama y va  hacia la ventana. Siendo las tres de la mañana, solo ve, en la vereda, al linyera instalado ahí, desde hace dos meses. Cierra las cortinas. Mete el celular adentro del microondas, cree que así será difícil que lo rastreen. Se mete adentro de la cama. Se tapa con las sábanas hasta la punta de los pelos. Tiembla, se le representan mil pesadillas, se proyecta en el peor de los mundos, uno que está lejos, muy lejos del mundo de los actores, la fama, el dinero y una esposa (actriz) famosa y recontra fuerte. Y, de tan lejos que se ve, y atemorizado que se siente, esta noche de derrota, del cagazo, no duerme ni llora.

jueves, 20 de febrero de 2014

Te tiro una perdida - Episodio 8

La noche se hace eterna. Yoel Eduardo no despega los ojos del celular. Lo apaga y prende cada quince minutos, a veces el WhatsApp se desconecta y tiene que reiniciar el aparato. No sea cosa que Dolores Fonzi le haya escrito y él, por moverse del teatro a casa, haya perdido conectividad.
Está que se muere de los nervios. Tiene que hablar con alguien, es muy groso ser el novio de una celebridad. Llama a Gonza.
El amigo lo atiende medio dormido y Yoel Eduardo le hace el jueguito de hacerse el interesante, le dice a qué no sabes con quién estoy saliendo, y eso despabila a Gonza. El amigo no tiene que rogar demasiado para que le suelte prenda, Yoel Eduardo se muere por contar lo que tiene que contar. Ni bien escucha el nombre de la nueva novia, Gonza le dice que la mina está casada. Yoel Eduardo le responde (canchero) que él no es celoso. Pero Gonza le advierte (por eso del código entre colegas que en el caso Cabré-China Suárez, el propio Yoel Eduardo había mencionado) que el marido de Dolores Fonzi es un actor, el famosísimo Gael García Bernal.
Yoel Eduardo se derrumba, no puede contradecir sus principios, ciertamente, tiene códigos. Entiende que Dolores Fonzi quiere algo con él, que ese algo puede ser una historia paralela, pero él no está para meterse contra un soldado del mismo bando, nunca, pero nunca contra un actor, dice enfurecido.
Gonza intenta calmarlo. Entiende que en el llanto de Yoel Eduardo nada tiene que ver Gael García Bernal, sino, más bien, la nueva derrota en su plan de conquista de la actriz esposa de su proyecto de proyección a la fama.
Gonza intenta hablar, pero Yoel Eduardo no lo deja, dice que él va a terminar lo que empezó y  corta.

Yoel Eduardo hunde la cabeza en la almohada, quisiera que el mullido de  los recortes de goma espuma se lo tragaran, que la noche pase volando y que esto que está por hacer (decirle a Dolores Fonzi que lo de ellos no va más) le duela lo menos posible.

miércoles, 19 de febrero de 2014

El portero de mi analista XVI - Cargado y vacío

Es la primera vez que llego al edificio donde vive mi analista y nadie me da pelota. Parezco el hombre invisible. El puestero de las flores, después de atar mi bici a su puesto, ni siquiera me vino a vender el ramo marchito. Tanto él como los pibes de las macetitas, el sereno del garaje de la vereda de enfrente, el tipo que pide monedas en la puerta del Carrefour, el encargado del kiosco, más los paseantes ocasionales miran al portal del edificio donde vive mi analista. Ahí, montado al escalón, esta parada una mujer de no menos de un metro ochenta, de pelo rubio encendido que le cae como lava hasta la mitad de la espalda. Lleva puesto un vestido que resalta las de por sí sobresaltonas tetas y que favorece el lucimiento de una figura escultural.
A lado de la mujer está, manguereando la vereda, con impronta de patrón de estancia, Adolfo, el portero del edificio donde vive mi analista. El tipo tiene los mofletes enrojecidos y, debajo del bigote, asoma una cuasi sonrisa de labios lúbricos.
No quiero alterar el momento que se está viviendo, me siento afuera de lo que está pasando, y no me jode. A pasos de algodón, voy derecho al portero eléctrico, con actitud de hagan de cuenta que no estoy.
“A vos te hace falta un poco de esto”, me dice Adolfo y con la mano izquierda señala a la mujer, mientas que con la derecha aprieta la punta de la manguera y el chorro de agua sale recto.
Y me parece de mal gusto que cosifique a la chica, quien, dicho sea de paso, me guiña un ojo. Para no hacerme cargo y hacerle ver que para mí “esto” refiere a un objeto, le digo, que no me hace falta una manguera porque uso un jarrito para mojar. “¡Así que vos mojás con un jarrito”, dice sonriendo, y contagia a la risa a la chica, mientras afloja la presión del pulgar derecho en la manguera y el chorro describe una curva lánguida para caer, dominado por la fuerza de gravedad, al piso. “Mojá con lo que Dios te dio. Rosaura ya sabe todo, ella te va a dejar blandito como lechoncito recién amamantado”.
Le clavo la mirada al portero para no ceder a la tentación de ver las tetas de Rosaura; respiro, me suben los calores al cuello y nuca, pero el portero de mi analista no me deja hablar, me dice “Papito, estás en el peor escenario,  cargado y vacío, con inflación y estancamiento a la vez, ¿entendés?”

Me desubica, qué tiene que ver la economía con todo esto. No voy a perder tiempo, no quiero que se crea que entre Rosaura y yo puede darse algo. Paso por delante de los dos. Toco timbre. Atiende mi analista y le digo que subo porque está abierto. Ni en pedo me engancha este hijo de puta con la mina. Entro al palier. “Juan, te espero acá, hasta que termines la sesión”, dice Rosaura y me sorprende que sepa mi nombre y su actitud  determinada. No quiero que me espere, que me vean salir de ahí con ella, no sé, ni me interesa meterme en quilombos, acá vengo a hacer terapia. Para sacármela de encima le digo que más tarde la llamo para verla. “Lindo, mejor te llamo yo, Adolfito me dio tu celu. Chaucha”. Rosaura se va y Adolfo aprieta la punta de la manguera, el chorro de agua, recto, va desde la puerta a la calle. Voy a subir al ascensor y escucho la voz del portero ¡Vamos macho!”. El tono de la voz le sale como al de un papá orgulloso que acaba de llevar a debutar al púber. Y me bloqueo, las cuerdas vocales se me anudan, putearlo es como putear a mi viejo. Mudo, me apuro para entrar al ascensor, iniciar el camino ascendente, estar fuera de la vista del portero del edificio donde vive mi analista y pone mi teléfono celular en modo de silencio.

Hoy en Frecuencia Zero FM 92.5

Si querés escuchar la nota, va el registro de audio http://www.frecuenciazero.com.ar/noticias/libros/6967-juan-guinot-y-la-reconquista-de-las-malvinas.html

Te tiro una perdida - Episodio 7

La segunda función terminó hace rato. Yoel Eduardo está pendiente de que se vaya del tablero de control el IIuminador, o sea, su Jefe. Eso pasará pronto porque ya salieron los actores de la obra. Su Jefe se enganchó con una actriz de recontra reparto, que aparece solo dos minutos en escena. Para Yoel Eduardo lo del Jefe no es más que confirmar que es un mediocre y que seguirá por toda la eternidad enroscado a una porta lámparas de este teatro de Avenida Corrientes.
Yoel Eduardo se siente diferente, un distinto. Él nunca estará en pareja con una actriz de recontra reparto, él está con Dolores Fonzi, y si no lo grita a los cuatro vientos es porque aprendió de lo que le pasó con la China Suárez y el casamiento de Malala, ya entendió que las minas famosas son minas a enésima potencia y, por consiguiente, enésimamente más imprevisibles.
Confirma que está solo, y que llegó el momento de actuar, cuando (detrás del telón) ve al Jefe chapando y metiendo mano a la actriz de recontra reparto de la obra que acaba de iluminar.
Llegó el momento. Antes de que los muchachos de limpieza terminen con su tarea y el de Seguridad venga a rajarlo, va a contactar a su amor, la madre de su éxito y (calcula) de sus cuatro hijos.
Yoel Eduarda: Hola, BO-NI-TA (flor)
Dolores Fonzi: Disculpá, no te conozco.
Yoel Eduardo: JAJAJA, soy yo.
Dolores Fonzi: ??????
Yoel Eduardo: Toy a mil, te lo hago rápido, el viernes vamos a lo de Pato Palmer, los pibes del taller de Comedia Musical hacen una muestra de principio de año.
Dolores Fonzi: Estoy ocupada
Yoel Eduardo: Bolas, media pila, los consagrados tenemos que bancar a los pibes, no te olvides de lo nuestro.
Dolores Fonzi: De q hablás????
Yoel Eduardo: En el taller de Pato Palmer, hicimos juntos la coreo de rumba (Pulgar para Arriba)
Dolores Fonzi: Bailé sola
Yoel Eduardo: Y la Palmera??? (Carita con guiñada de ojo)
Dolores Fonzi: ????
Yoel Eduardo: Dale, yo era la Palmera, estabas DI-VI-NA
Dolores Fonzi: No me acuerdo
Yoel Eduardo: (Pulgar para arriba)
El mensaje figura como leído, pero la respuesta de su amor no llega.
Yoel Eduardo: El Palmera me empezaron a decir, JAJAJA
El mensaje figura como no leído. Al toque, nota que ella está desconectada.

Yoel Eduardo putea a las telefónicas y el monopolio de las comunicaciones, y el control del amor. La tenía ahí, contra las cuerdas, a punto de definir la salida a la muestra de Pato Palmer y pierde cobertura. Le pega una patada al pie del seguidor. El ruido alerta al empleado de seguridad, quien aparece en la sala. Yoel Eduardo, ni bien lo vé, sale corriendo por las escaleras, no está de humor para aguantar al botón del teatro. Solo piensa en que si la bronca le dura, camina nueve cuadras por Avenida Corrientes, llega a las oficinas centrales de su proveedor de celular y le rompe a piedrazos las ventanas.

martes, 18 de febrero de 2014

Reportaje en el Nuevo Cronista


Acá podés acceder al reportaje que me hizo Yesica Landola para El Nuevo Cronista.


Te tiro una perdida - Episodio 6

El teléfono de Dolores Fonzi está dentro del listado de ciento noventa y cuatro contactos que le pasó Gonza. Yoel Eduardo está convencido de que ella es la actriz de sus amores, la que lo llevará a la fama como no lo hizo la China Suárez. Este es su momento. Los dedos tiemblan, pero activan el WhatsApp. Eso sí, no todo lo hacen bien, algo toca, no sabe qué, pero el teclado se pone en predeterminado y al escribir en el mensaje Dol le sale “Dólares”. Por suerte se da cuenta, cambia el modo de teclado y vuelve a escribir:
Yoel Eduardo: Dolo, q contás?
Dolores Fonzi: Todo bien, xo no te ubico
Yoel Eduardo: Fumada, te pegó el stress!!!! JA! (carita con sonrisa)
Dolores Fonzi: ??????
Yoel Eduardo: Te doy una pista, nos conocemos de lo de Pato Palmer
Dolores Fonzi: Patricia Palmer?
Yoel Eudardo: Comedia musical (pulgar para arriba)
Dolores Fonzi: No me acuerdo
Yoel Eduardo: Pato Palmer, joda pura (carita con guiñe de ojo)
Dolores Fonzi: Estoy en una reunión
Yoel Eduardo: Yo también, pasado de proyectos (carita de transpirado) Después te cuento, tengo laburo para vos, no te pongas ansiosita (carita con guiñada de ojo)
Dolores Fonzi: (manito de saludo)
Yoel Eduardo: (manito de saludo. Una flor)

Yoel Eduardo sale del WhatsApp. Se muere de ganas de llamar a Gonza, pero va a aguantar. Sobre todo porque el empleado de seguridad del teatro, con las llaves en la mano, lo mira como diciendo, dejate de pelotudear con el celular y andá a dormir a tu casa.

Yoel Eduardo, hábil reconocedor de las señales, no necesita que le hablen. Su percepción es refinada, sabe dónde tiene que estar y qué hacer. Por eso, sale del teatro y se mete en las veredas de Avenida Corrientes. Bien entrada la noche, con las marquesinas apagando todo intento de destello de las estrellas, Yoel Eduardo se sueña en el camino de la fama, del brazo de Dolores Fonzi.

lunes, 17 de febrero de 2014

Te tiro una perdida . Episodio 5

Yoel Eduardo decide meter la energía en el trabajo, el teatro. Aferrado al seguidor ilumina las escenas de la obra. Lleva dos días sin mirar el celular. Necesita cicatrizar las heridas que La China Suárez le dejó en el corazón. El amor rima con dolor, dicta su parte racional, pero, su parte blanda, la del afecto, no está para tintineos poéticos, da cuenta que se desangra.
Termina la segunda función del domingo. Entran los de limpieza. Yoel Eduardo se queda abrazado al reflector apagado. El calor menguante, lo contiene. Escucha hablar al actor principal con el secundario. Por suerte, se consuela, no conversan de minas. El actor principal le dice al secundario que tiene que hacer algo de Comedia Musical, le sugiere correrse del lugar de obras como esta de puro parlamento, con textos pretensiosos, de un romanticismo psicobolche, que (según sus palabras) solo sirven para los Comunistas de este teatro, que son zurdos de la billetera para afuera. La Comedia Musical te hace popular y ahí te llega la guita grande, le aconseja. El actor secundario dice que sí con la cabeza. Yoel Eduardo, también y, al hacer gesto, le mete un frentazo al reflector, el eco latoso se expande por la sala, los actores miran arriba y Yoel Eduardo (que para plantar la escena es un as) manotea el celular y se hace el muy interesado en lo que dice la pantallita.
Ahí descubre que su amigo Gonza le tiró veinte llamadas perdidas. Le da culpa. No puede ser tan forro con su amigo. Gonza no tiene la culpa de lo que pasó con La China Suarez. Le tira una llamada perdida. Gonza lo llama al toque. Hablan un rato, Gonza le pone ficha, le explica que por una que salió mal no se puede caer, le habla de eso de que hay siete mujeres por cada hombre, entonces, le cuenta de un coeficiente estadístico, resultante de dividir uno sobre siete y que si proyecta eso al listado de teléfono que le pasó de ciento noventa y cuatro actrices famosas, da que veintisiete de esas actrices son para él. Yoel Eduardo no valida la ponencia matemática del amigo, un puntito de ilusión emerge en su horizonte. Gonza va por más, le aconseja que ajuste el disparo, que piense en alguna mina que conoció en “uno de esos talleres de mierda que van los actores”. Yoel Eduardo se pone dubitativo y Gonza arremete, le sugiere que piense en una con la que vivió un momento memorable, una muestra de fin de año, como cuando lo acompañó a la muestra del taller de Comedia Musical de Patricia Palmer. El puntito de luz es un sol. Qué Gonza mencione “Comedia Musical” y que, hace minutos el actor principal también lo haya mencionado, le parece una señal, de la buenas.
Yoel Eduardo le dice a Gonza que recuerda perfectamente ese día, lo que no le dice es que se acordó que, entre sus compañeras de actuación, estaba (en ese entonces, una ignota) Dolores Fonzi. Mientras lo rememora, el corazón le late. Le agradece a Gonza, por todo. El tono de voz denota que ha vuelto el Yoel Eduardo potencia. Corta, le explica, necesita laburar con el celu.

Tira el culo al piso, se hace una bolita, no le dan las manos para operar el teléfono. Sobre la cabeza, el reflector, irradia lengüetazos tibios.

viernes, 14 de febrero de 2014

Leia y Bicho Verde. Han Solo y San Valentín de bajón.

Acá hay amor

Chewy y consejo de amigos para levantar el ánimo de Han Solo

La China Suárez y Yoel Eduardo en "Te tiro una perdida" - Episodio 4


Gonza atiende el llamado de su amigo. Yoel Eduardo está derrumbado. Llegó la hora del casamiento de Malala y La China Suarez no lo Whatsappea ni le tira una perdida. Gonza cree que La China Suárez no fue porque seguro Nicolás Cabré le hizo una escena de celos y empieza a hablar pestes del actor, ex pareja de La China Suarez. Yoel Eduardo lo para en seco, se enoja con Gonza, él tiene códigos y no va a dejar que, ni su mejor amigo, le tire tierra a un colega, “no hay que empiojar el ambiente, ¿entendés?”. Gonza no entiende, por eso no le responde. “Mirá”, sigue Yoel Eduardo, “lo que pasó es una señal, esto con la China no tenía futuro, hay que entender la señal mala e irse al mazo… loco, disculpá, te corto, me pintó el bajón”.
Yoel Eduardo no va al casamiento de Malala, se queda en su casa. Después de la cuarta botella de cerveza (y en el mismo momento en que, en el casamiento de Malala, la novia tira el ramo que La China Suárez no agarrará) decide escribirle en WhatsApp:
Yoel Eduardo: (Carita Triste, flor, corazón roto)
Toel Eduardo: Fue lindo, mientras duró, DI-VI-NA, DI-O-SA.
Yoel Eduardo: El que se va sin que lo echen vuelve sin que lo llamen
Yoel Eduardo: (Pulgar para arriba)
Los mensajes figuran como leídos. La China Suárez no contesta. Lo bloquea.

Saca de la heladera la quinta botella de cerveza. El celular se apaga. Con la botella en la mano, va al cuarto a buscar el cargador. Lo conecta. Apoya la botella en el piso. Se echa sobre la cama. Mira el historial de mensajes con La China Suárez. Una y mil veces, no entiende cómo algo tan lindo pudo haber terminado así. Con la cara marcada por el paso de las lágrimas, se duerme.

jueves, 13 de febrero de 2014

El portero de mi analista XV – Los macetitas

Mi cabeza es un quilombo de números. En la sesión pasada el analista me dijo que me aumentaba, pero no me acuerdo cuánto porque siempre era igual a lo que pago en yoga, pero la de yoga me había aumentado antes. El florista que me “cuida” la bici si yo le “compro” un ramo marchito, aporta lo suyo. Por el ramito me cobra diez lo que, hasta la semana pasada era cinco. Así estamos, cada uno hace lo que se le canta en las pelotas.
Pasa a mi lado uno de los pibitos de la villa con el cajón de plantitas que le da Adolfo. Antes me jodía que el portero del edificio donde vive mi analista los explotara, pero ahora no. Esos pibes van a competir con el florista, seguro, con mejor precio. Ojalá que lo fundan.
El florista llama al pibito. El pibito se le acerca. Me pongo alerta, no sea cosa que el florista le pega una trompada por vender plantas en su zona de negocios. El pibe baja el cajón al piso, levanta una macetita, mete la mano en el hueco que quedó entre los plantines del cajón, saca la mano. Entre los dedos, trae un billete de diez dólares que le da al florista. El florista le entrega ciento cincuenta pesos.
Dejo de mirarlos, retomo la marcha y veo a Adolfo. Se está despidiendo de otro chiquito con una cajón lleno de plantas.
Le voy a decir a Adolfo lo que acabo de ver, no sé, no quiero pensar que esos chicos andan subiendo el valor del dólar paralelo. El portero me primerea “Están a full Los Macetitas”. Pongo cara de no entiendo. “Dele, si se que vio la transa. Si necesita verde, hable con los pibes, taca-taca, dólar billete. Los arbolitos del centro son unos bonsái al lado de mis Macetitas”.
Y me cae para el recontra carajo que este tipo explote a los pibes para un negocio ilegal y  le tiro una indirecta para que empiece a entender que lo de él no me cabe ni medio. Le cuento que, en la época de la plata dulce, a mi viejo, un tipo de mi pueblo, le ofreció meter dólares falsos en el negocio, podía hacer mucha guita y rápido. Mi viejo sacó al estafador a patadas en el culo. Le digo, que ese día, mi difunto padre me enseñó, para toda la vida, a ser honesto y no chorro especulador, y se le digo muy cerca de la cara. Me quedo callado. Dejo que mis palabras lo hagan mierda, porque para eso le dije lo que le dije, porque alguna vez me tenía que parar de manos y ponerle los puntos.
Adolfo se rasca el mentón. Abre bien grande los ojos. Después semi-cierra el párpado izquierdo, estira la ceja derecha, arruga la frente, hace piquito con los labios. Respira, profundo, y dice “Los mandatos paternos están ahí, te trabajan como un control remoto fantasma”.
Me descoloca. No entiendo qué tiene que ver con su Macetitas vendedores de dólares callejeros. Me quedo en silencio. Él me mira. No va a hablar, si no hablo.
Se mueve, me señala que entre al edificio. Le hago caso y entro sin tocar el timbre de mi analista.
Al pasar a su lado me dice “Que tu silencio sea proporcional a tu reflexión.”

Entro al palier del edificio donde vive mi analista. A mis espaldas se cierra la puerta. No me doy vueltas, no voy a llamar al ascensor. Pisaré cada escalón, hasta el Séptimo piso, creyendo pisotear la cara de Adolfo, de mármol, rectangular.

Te tiro una perdida - Episodio 3

El timbre del teléfono lo despierta y Yoel Eduardo atiende: “¿China?” y le responde “Nabo, soy Malala”. El llamado de su querida amiga es para recordarle que, el sábado siguiente, de casa y quiere saber si viene solo o acompañado. Malala juega al Hockey y estuvo preseleccionada en Las Leonas, entonces, Yoel Eduardo cree que es el evento ideal para equilibrar fama. Abre la boca, la voz cascada de recién me levanto no oculta el tono de orgullo: “Poné China Suarez”. Se queda callado. Malala, también. “Con Z al final” aclara Yoel Eduardo. Malala no pregunta, su voz serpenteante ha sido dominada por las pausas laguneras. En la inmensidad de la laguna de Malala, flota la palabra de Yoel Eduardo: “Mirá, lo del bebé de la China no te lo puedo confirmar, depende cómo estemos, igual al gordito no lo cuentes para catering, come del frasquito. Corazón, te dejo, me tengo que rajar al teatro”.
Ni bien corta, Yoel Eduardo Whatsappea a La China Suárez
Yoel Eduardo: Se viene un sábado a pleno
China Suárez: ¿
Yoel Eduardo: China vs Leonas
China Suárez: (pulgar para arriba)
Yoel Eduardo: Podemos ir los tres, después te paso la dire y me pasás a buscar
China Suarez: Me parece que estás confundido de persona.
Yoel Eduardo: (Carita con guiñe de ojo) DI-VI-NA
China Suarez: Fijate, tenés mal algo
Yoel Eduardo: Todo está perfecto, vas a ver.
China Suarez: No quiero ver nada, dejá de molestar
Yoel Eduardo: ¿Estás con él? (Carita de enojado)
El mensaje aparece como leído.
Yoel Eduardo: (Carita de enojado Carita de enojado Una flor)
El mensaje no llega a ser leído.

Yoel Eduardo se saca. Tira el celular contra la almohada, le pega cinco piñas al colchón. Se controla. Piensa en ella, se piensa con ella, en la foto del casorio de Malala, como si ellos fueran quienes se casaran.

miércoles, 12 de febrero de 2014

Te tiro una perdida - Episodio 2

Yoel Eduardo habla con Gonza, el amigo de la agencia de Eventos. Le cuenta, emocionado, su primer contacto con La China Suarez, le lee los intercambios de WhatsApp. Gonza le dice que La China debe estar muerta con él, los chabones no se le tiran a una mina que recién tuvo un hijo. ¿De quién? Pregunta Yoel Eduardo y antes de que Gonza le responda, le dice que a él no le importa criar el hijo de otro y hasta darle su apellido, porque el amor es más fuerte. Gonza le mete más ficha y al colgar, siendo las dos y cuarto de la mañana, Yoel Eduardo cree que es el momento de mostrar que está pila, a full, para ella. Abre el WhatsApp y ataca:
Yoel Eduardo: Cómo va la mamita más linda (Carita con guiñada de ojo)
El mensaje figura como leído. A Yoel le corazón le rompe las costillas.
Yoel Eduardo: Tamos en la misma, mi sobrina tiene ocho meses (Pulgar para arriba)
Vuelve a marcar como leído, pero no contesta.
Yoel Eduardo: (Una rosa)
La China Suarez: (Carita de dormida)
Yoel Eduardo: (Carita con guiñe de ojo y pulgar para arriba).
Ese último mensaje, figura como no leído. Sabe que sumó un toco para su lado, porque mostró que no es uno más, él es paternal y comprometido. Se imagina una nota en la revista Caras, ella, él y el bebé, sentados en el living, sobre una alfombra, rodeados de juguetes, un perro Golden Retriever y calefaccionados por un hogar con leña encendida; el título sería “China Suarez: Con Yoel Eduardo decidimos apostar a la familia”.

Yoel Eduardo se tira en la cama. Se echa de costado. Al lado de la cara, sobre la almohada, está el celular. No puede pegar un ojo. Piensa en la nota de la revista Caras, en la fama y en el mensaje que La China Suárez va a enviarle.

martes, 11 de febrero de 2014

La China Suárez llega a Te tiro una perdida - Cibersodio 1

Yoel Eduardo tiene el listado. Lo de Gonza fue tan fácil que se enoja con él mismo por haber perdido cuarenta y ocho minutos en googlear teléfonos de famosas de Hollywood. Sabe que, para la etapa Hollywood, dará con un Gonza-yankee para tener los teléfonos de ellas. Eso va a llegar. Pero, para triunfar, primero tiene que ganar el campeonato local, después la Copa América y, al final, la Intercontinental, en Los Ángeles. Yoel Eduardo es un Diez, con mano de Dios y estrella propia. Se sabe ganador o perdedor, antes de jugar el partido. El listado vino, anoche, en papel.  Gonza lo esperó en la esquina del teatro, sobre en mano. Se lo entregó en la Pizzería Banchero y le pidió que nunca develara quién le había dado la información calificada. “Lo hago por vos porque sé que tenés con qué para ser famoso”.
Cargar lo ciento noventa y cuatro teléfonos de diosas del je set porteño le insume la primera y segunda función. Yoel Eduardo opera con la mano izquierda el celular y con la derecha el reflector, sin cometer fallo alguno, la disociación motriz y mental, es otro de sus puntos fuertes, lo aprendió en el taller de Circo de Villa Crespo. Termina la segunda función y llega la hora de dar comienzo a la  tarea redentora (de su propio talento), la elegida es La China Suarez. La secuencia del WhatsApp sale así:
Yoel Eduardo: “Hola, cómo andás?”.
China Suárez: “?”
Yoel Eduardo: “Soy Yoel Eduardo, del taller”
China Suárez: De Toyota
Yoel Eduardo: Ja! Tás limada JaJaJa. No, del taller de improvisación. Tus cosas bien?
China Suárez: (Pulgar para arriba).
Yoel Eduardo: (Pulgar, Pulgar y Rosa)
China Suárez: (Manito de saludo)
Yoel Eduardo: Hablemos mañana, así te cuento
China Suárez: ¿
Yoel Eduardo: Ahora toy a mil, mañana te cuento, te tiro una pérdida cdo salga del teatro
El mensaje de Yoel Eduardo figura leído, pero La China Suárez no le contesta.
Yoel Eduardo: (Pulgar para arriba y una manito de chau).
No figura como leída. Le jode, siente que le cortaron las piernas. Llama al número y una voz de mina gallega le dice que no tiene crédito. Corta. Revisa el WhatsApp. Sin novedades de La China. Se arenga calma. Piensa: las minas la hacen difícil para que no las tilden de trolas.

La gente de limpieza irrumpe en la sala. Debe irse del teatro. Las luces de Avenida Corrientes, lo esperan para hacer sombras de sus pasos.

lunes, 10 de febrero de 2014

Te tiro una perdida - Episodio 0

Yoel Eduardo es actor y cree en las señales, en las buenas y en las malas. Hace dos semanas entró a trabajar en un Teatro de Avenida Corrientes. Es asistente de iluminación. Tan solo el haz de una lámpara lo separa del escenario. Yoel Eduardo, aferrado a un seguidor, escucha todo; antes, durante y después de las funciones. Como es bueno en lo suyo, hace creer que está ocupado en los ajustes del reflector, entonces, los actores hablan como si él no fuera un ser formado para interpretar el código de los operarios del drama. Hace minutos, nomás, el actor principal le dijo al de reemplazo “para hacerte conocido, tenés que engancharte con una actriz muuuy famosa y que esté reee-fuerte”. Yoel Eduardo sabe que acaba de recibir una señal, de las buenas. Ahí mismo, sin dejar de mostrarse ocupado en el reflector, googlea en el celular los números de teléfono de Scarlett Johanson, Natalie Portman, Megan Fox. Yoel Eduardo no las va a llamar. Lo del él es el WhatsApp, porque maneja el código, porque tiene códigos y, sabe que, a las palabras de la boca se lleva el viento. Poco (si se considera que cuarenta y ocho minutos no es demasiado tiempo) tarda en entender que googlear el teléfono de un famoso es una tarea ciclópea.

Dan sala para el inicio de la obra, el murmullo y los pasos barren el silencio con la impronta asesina de un tsunami. Yoel Eduardo refunfuña, el barullo no lo deja pensar. Se abraza al reflector apagado. El metal frío le ilumina los pensamientos, recuerda que Gonza, un compañero del club trabaja en una empresa de Relaciones Públicas y, más de una vez, en el vestuario, alardeó mostrando en la pantallita los números de Celeste Cid, Araceli González, La China Suarez. Yoel Eduardo cambia la cara, la sala oscurece. La luz del reflector, que ahueca el espacio y recorta un pedacito del escenario, es espejo de su alma.

miércoles, 5 de febrero de 2014

El portero de mi analista XIV - Solito y solo

Adolfo, el portero de mi analista, está plantado en la puerta del edificio, con el cogote torcido y no me saca los ojos de encima. Es tan evidente el acoso de su mirada que, mientras le pago el florista el ramo marchito me dice “no sabía que eran para ese” y me hace ojitos cómplices, insinuando que entre el portero y yo hay algo que no me interesa aclararle.
Estoy a tres pasos del portal. Adolfo gira sobre su pierna izquierda, infla el pecho, me espera, como si fuese el balón que va a caerle al buche, para dormirlo y amasarlo en una genial jugada de gol.
Llego y no me deja que le diga siquiera un buen día. “¿Dónde estuviste”, me pregunta y se queda mirándome, serio. No respondo, no tengo por qué hacerlo. Adolfo insiste en el reclamo: “Te llamé y no me atendiste”.
Para no hacer una bola enorme de algo que es una reverenda pelotudez, reveo mi postura original y considero apropiado dar mis razones, cuando en realidad, quien debería ser él quien debería explicarme de dónde sacó mi número de celular y por qué carajo me llama. Pero, no importa, no soy un tipo beligerante, lo mío es la búsqueda del punto en el cuál todos acordamos, sin joder al otro, ganando y perdiendo algo. Le cuento que no le atendí porque estaba en las Islas Malvinas y, aceptar una llamada, me iba a salir en Libras.
“No me dijiste que ibas a las Malvinas”, suelta ofendido, y, con ese gesto, adelanta su mojón sobre mi territorio y noto cómo se acerca a mi centro combativo.
Respiro, hago un esfuerzo para no repelerlo de manera violenta, apelo al diplomático que hay en mí, y le digo que me disculpe por no haberle contado que iba a ir. Él me dice: “Te parece simpático irte, así, sin decirle a nadie”. Le digo que lo manejé de esa manera, era algo mío, íntimo. “Ese es tu problema”, me sale al cruce, estira el silencio, se lleva la mano a la boca, me envuelve con su mirada penetrante. Separa la mano de los labios y sentencia: “Todo lo hacés solito y solo”. Me da vuelta la cara, toca un botón del portero eléctrico, al otro lado oigo la voz de mi analista y el portero le dice “Llegó el perdido, ahí se lo mando”. Adolfo, sin dejar de darme la espalda, estira el brazo derecho, empuja la puerta y, con tono de Jefe de Cátedra, me dice “Si yo no te abro, no entrás, ¿entendés? la vida se hace con el otro. Pensalo”.
Encaro al ascensor. Me dan ganas de decirle al portero, mirá forro cómo este pelotudo puede subir solito y solo al ascensor. Manoteo la puerta. La potencia de mi mano y brazo no logra abrirla. Insisto. Parece trabada. Oigo un ladrido, que viene de la vereda y hace eco en el palier del edificio. “Esperá, flaquito, ya te ayudo” me dice el vecino del Piso Octavo, que anda con Lanita en brazos. El vecino baja a la Caniche Toy al piso y, tocando algo arriba, opera la apertura de la puerta, mientras Lanita mueve la cola y me huele los pies. “Hoy por mí, mañana por ti”, sentencia el del Octavo.
El portero, recortado por el marco del portal abierto, se pasa la mano por boca y mueve afirmativamente la cabeza, de manera lenta, con gesto de Jefe de Trabajos Prácticos, como diciendo, dale, decime qué era lo que podías hacer solito.
Lanita ladra, está nuevamente en brazos del vecino del Octavo, adentro del ascensor. Doy paso largo, marco el piso SIETE y, antes de cerrar la puerta, Lanita ladra casi gruñendo.


lunes, 3 de febrero de 2014

Entrevista zombi - Revista Insomnia

Revista Insomnia nos juntó y armó una entrevista con los autores que formamos parte del libro

JUAN GUINOT: “TAJOS DEL CIELO”

—¿Qué te atrae del universo de los zombies?

—El regreso de la muerte plantea un escenario aterrador y delirante. Se abre, entonces, un campo creativo en los bordes de la realidad, donde opera una mirada crítica a lo cotidiano.

—¿Qué libros y/o películas de muertos vivos recomiendas?

—Las películas de Romero son lo más. Si te fijas, el tipo se mete con el tema de los inmigrantes y golpea en los paradigmas del sueño (y pesadilla) americano. Hay cortos en la red, muy buenos. Fijate uno: El Ataque de los Zombies Peronistas, de estudiantes de la Universidad de La Matanza (www.youtube.com/watch?v=KSo2azZH-_I). En cuanto a libros, destaco Los Casos Registrados de Zombies, de Max Brooks; las historias de Laiseca; Berazachussetts, de Leandro Ávalos Blacha. Acá sumaría los cómics.

—¿Cómo nació “Tajos en el cielo”?

—Me metí en un pueblo del interior, donde todo parece estar dominado por la rutina y la organización familiar. El negocio de la familia, recupera a la hija pródiga que se fue a estudiar Cosmética Social a Buenos Aires. La chica está decidida a triunfar en el pueblo, en el negocio de la casa, donde quiere imponer los aires de cambio que trae de la Capital. ¿A qué se dedica la familia?, me preguntás. Te lo contesto: tienen una funeraria. La chica hace furor poniendo lindo a los muertos para la foto familiar de despedida. Un amor. Pero, sucede algo con unos gatos, afectos a dar rasguños que introducen un parásito en los cuerpos. Ese bichito cobra vida en los cuerpos muertos cuando los destellos (de los rayos de una tormenta que se toma un año en llegar, finalmente llega) y el flash de la camarita de nuestra cosmetóloga, se acciona. El pueblo, entra, en un resurcitamiento colectivo hace que del Primo Mata Gatos (un friki, descartado por la sociedad pueblerina y la propia familia) tome un rol central en la acción.


La nota completa en:
http://www.stephenking.com.ar/revista/194/otrosmundos.htm