El parlamento de la obra
entra en monólogo (de doce minutos) del actor principal. Yoel Eduardo debe mandar un haz de luz amarillo al
escenario. Aprovecha para encender el celular. La musiquita del aparato lo hace
destinatario de varios chistidos de los espectadores y de la mirada filosa de
su Jefe, en el control de sonido. Yoel Eduardo pone modo silencio. Aparecen
varias llamadas perdidas de Gonza y un mensaje. Lo abre. Es de Nolo Meza, un
amigo que se hizo cuando laburaba de telemarketing en Banco Río: “Gonza me
contó lo de la China Suarez y Dolores Fonzi, llamame”.
Yoel Eduardo no puede
creer que Gonza sea tan botón.
El mensaje de Nolo Meza
le hace acordar que, junto a ellos, trabajaba Pipa, una amiga íntima de
Agustina Cherri. De hecho entre Pipa y Nolo Meza hubo algo, medio serio y hasta
llegaron a hacer una salida de pareja con Agustina Cherri y Gastón Pauls. Nolo Meza
había pegado la foto en el box retratando esa salida de cuatro, lo que provocó
el fin de la relación. A Pipa le pareció que Nolo Meza la había buscado de puro
cholulo, se sintió usada y lo mandó a la mierda. Yoel Eduardo apoyó la postura de Pipa. Cuando los oyó discutir, fue
hasta el box y le dijo a Nolo Meza que si quería algo tenía que ir de frente,
exponerse, jugar el corazón y volvió a su posición. No volvieron a hablarse;
Nolo Meza quedó tan enojado con él, que ni siquiera fue al almuerzo de
despedida en Nac & Pop, que los compañeros le hicieron a Yoel Eduardo cuando renunció
al puesto de telemarketer para saltar a un teatro de Avenida Corrientes (y
trabajar de asistente de iluminación).
Abandona los recuerdos,
guarda el celu en el bolsillo, toma el control del seguidor con ambas manos, el
actor principal está terminando el monólogo con “Nadie compra el corazón de un
proletariado”. Yoel Eduardo baja la perilla de la luz, la sala oscurece. Por
los parlantes entra la pista grabada de un chelo lastimoso, punzante (preludio
del último acto).
Yoel Eduardo se queda
pensando la frase que soltó el actor, cree que ha ocurrido un milagro, una de
esas señales que le abren el camino, ese texto lo interpela. Yoel Eduardo
empieza a verse como un proletariado del amor. Su bandera revolucionaria dice
Agustina Cherri.