viernes, 18 de abril de 2014

Cueto, el cenicero y la cruz

Hice esto en el taller de cerámica de Cueto a los 9 años.
Cueto no me echó de cerámica por esta obra. Fue dos semanas mas tarde, cuando rompi un cenicero de cerámica que se usaba de molde.
Yo no tenía mucha paciencia para el moldeo de la tierra. Para hacer un cenicero rápidamente, pensé que sería mejor presionar el molde sobre la arcilla blanda. El molde reventó, mis compañeritos de cerámica multiplicaron un "OHOHOH" cocido en asombro y tiznado de burla. Por mi acción, Cueto me puso en penitencia por el resto de la clase. Mis hermanos(nos mandaban a los tres a Cerámica) Lucas Guinot y Camilo Guinot, por solidaridad, me acompañaron a purgar la pena. Después de jugar cinco minutos al veo veo, decimos escaparnos para ir a la casa de Santiago Luna, que vivía a una cuadra de lo de Cueto. Al recibirnos, el amigo, oyó lo que acababa de pasar. Decidimos volver y ajusticiar al maestro. Al minuto, desde la calle, le ofrendamos una lluvia de puteadas. Esa puteada coral fue de la mejor música producida en las siestas de Mercedes, a finales de los Setenta. Lamentablemente, nuestra producción artística, no fue bien valorada por Cueto y, mucho menos, por mis viejos, quienes, alertados telefonicamente sobre nuestro arte callejero y efímero, por el maestro de cerámica, nos esperaban con una penitencia que, también, alcanzó a Santiago.