Yoel Eduardo ojea un
ejemplar de La Razón (de ayer). No entiende qué carajo le pasa a Maxi López y
Mauro Icardi. Se pregunta por qué acabar códigos con la mujer de tu amigo y, arriba,
florear la decadencia de los valores de la amistad de esta manera.
Llama a Gonza, corta.
Gonza lo llama. Yoel Eduardo le dice que lo quiere, que lo banca a muerte, que
ni una mina romperá la amistad que los une. Gonza le pide que hablen al otro día,
porque son las dos de la mañana y corta.
Yoel Eduardo se queda
mirando el celular. Llama a Nolo Meza y corta. Nolo Meza contesta la llamada
perdida y le dice que está de vacaciones de Semana Santa en la Isla Martín
García, le pide que no lo vuelva a llamarlo hasta el lunes y corta.
Es lo que hay, piensa
Yoel Eduardo, a los amigos se los acepta como son, se los cuida y mima. Y un
amigo nunca mima a tu mina. Hace un alto y repite mentalmente la oración, piensa
mima rima con mina. Se ríe del hallazgo, acaba de dar vida a un verso y, no
tiene dudas, es una clara señal de su acercamiento al mundo poético de Belén
Francese. Enciende el WhatsApp
Yoel Eduardo: Tengo
algo para darte
Belén Francese: Cuánto
Yoel Eduardo: Mima a tu
mina ¿te rima? (sol)
Belén Francese: Depende
de los ceros (carita con guiñe de ojo)
Yoel Eduardo: Jaja ¡Sos
re divertida! (Pulgar para arriba) Percanta, la noche está en pañales, Estás
para un 2x4?
Belén Francese: 4 x 4
Yoel Eduardo: La
Milonga
Belén Francese: Es una
chata argentina?
Yoel Eduardo: Boluda,
JaJaJa (carita sonriente) me hacés mear de risa.
Belén Francese: Es
japonesa?
Yoel Eduardo: A ellos les
encanta. La Milonga es 100% Argenta.
Belén Francese: De acá…
hummm… pará, me fijo
Yoel Eduardo: Te espero
(Reloj) (Reloj) (Reloj) (Reloj)
Belén Francese: En
Google no aparece. Es una mentirita? Estás seguro de que tenés una camioneta con
ese nombre? (carita de enojada)
Yoel Eduardo: Pará,
nada que ver, entendí otra cosa, qué pajero
Belén Francese: Pará, esa me suena… sí, la Pajero es una Mitsubishi. Cómo la metiste? Quiero
conocerla, soy re-fierrera, mostrámela, porfiiiii
Yoel Eduardo: PARÁ (manito
abierta)
Belén Francese: Llamame
en un rato, me preparo (telefonito)
Belén Francese se
desconecta. Yoel Eduardo se queda mirando la pantalla del celular. En la otra
mano tiene la tarjeta SUBE. Está sentado en el banco de un refugio de
colectivos de Avenida 9 de Julio. Sabe que no puede responder a su Cenicienta
como ella lo pide porque él nació después de la medianoche, su vida no es de
magia y lo máximo que puede conseguir es una calabaza y ratas.
Levanta la vista, busca
una explicación a su nuevo fracaso, pero la calle le devuelve el paso meteórico
de los autos, de los otros. No baja la vista. Más allá de los bólidos, está el
Obelisco, enhiesto. Le señala un cielo estrellado, de luna llena y roja. Cree que
debería ascender a los Cielos, salir de este infierno. Esto es intolerable,
registra como astillan su ilusión los pinchazos fríos de la madrugada, contra
el madero de su cruz (la del amor no correspondido). Yoel Eduardo siente que las paladas de la
arcilla que nunca serán jarrón lo entierran y que, para él, ya no hay tiempo de
milagros.