martes, 24 de junio de 2014

Maradona, la antena y la mano de Dios

“Pirata hijo de una gran puta”, dice mi viejo, cara a cara con la pantalla, con la imagen que va y viene porque el buster de casa anda para el orto y Mercedes está en un pozo y las ondas llegan mal, por más que estemos a cien kilómetros de Capital. Mi viejo le pega a la carcasa de la tele, la pantalla duplica la cantidad de jugadores, que ya venían viéndose torcidos. Papá se pone verde y tengo miedo que se me muera en medio del partido. Salgo disparado al patio, me trepo a la casilla del gas. Manchita ladra; siempre rompe las pelotas con sus ladridos cuando subimos al techo y, cuando bajamos, nos muerde los talones, es su forma de vengarse porque nació un dos abril, cinco años antes de la Guerra y desde hace cuatro años no le damos medialunas por su cumpleaños porque, desde 1982, ese día no se festeja nada. Llego al techo, descubro que una de las puntas de cobre del cable que va a la tele se soltó del buster y lo recontacto. Mi viejo grita “Vayan a llorar a la ONU y la re concha de la Reina Madre”. Malo y loco, es el exocet a punto de tocar el Sheffield. Si suelto el cable, a la mierda la imagen.

Petardos, aullidos de Manchita, gritos de Gol y Vamos Diego Carajo. Y no voy a bajar, esta batalla depende de mis manos, al pie de la antena, cerca del cielo, mi mano es la mano de  Dios.