miércoles, 16 de mayo de 2012

Juan Rulfo - apertura que escribí para Radio América AM1190 - Programa Nobleza Oblilga

Antes del punto. El niño está desolado. Acaba de morir su padre. Lo acaricia el aire seco y cargado de tierra del pueblo. Le tiembla todo el cuerpo cuando queda delante de su mamá. No llega a preguntar porque ella se anticipa: “lo asesinaron y punto”. El punto cae al final de la oración breve, tan corta como la vida del padre, tan pesada como la lápida que el secreto de su muerte. El niño pasa días y días buscando la manera de entrarle a la madre, pedirle más explicaciones y sacarse ese punto de encima. Pero una madre cada vez mas huraña, se va alejando de él, y de la vida, para dejarlo huérfano, lleno de dudas. El pequeño cae en un orfanato religioso. El punto, ese que clausura su pasado, pasa a ser su principal obsesión. Una biblioteca enorme, la del sacerdote que lo protege, le da las herramientas. Entiende que por las letras están los instrumentos. Cree que, con palabras, construirá un espacio esclarecedor, justo antes de ese punto, el de clausura, dejado por su madre. Descubre que con una los golpes en las teclas que hieren las hojas blancas, ha ideado una máquina del tiempo. A la izquierda de ese punto, el joven escritor, empieza a meterse en su pasado. Pasan muchos años de doble vida: el hombre normal, el empleado, y el otro, el viajero literario que hurga entre los espectros. Al fin llega el momento: una beca le da el sustento para largar el trabajo y se mete de lleno a escribir. Su máquina del tiempo, se topa con un personaje, Pedro, quien decide regresar a su pueblito, Comala, para reencontrarse con su padre. La búsqueda lo lleva a un caminar sobre las huellas de sus pasos. En cada pisada, hacia atrás, Pedro se descubre adentro de un mundo fantasmal, sin vida. Y el escritor, de lleno en la historia que sus manos escriben, nota que no es Pedro, sino él quien viaja a ese pueblito, y que al punto implantado en la frase de su madre puede empujarlo al horizonte (ese que lo espera con el fin irremediable de la vida) con más y más palabras. Y metido en el sufrimiento del tránsito temporal hacia atrás, donde solo habitan fantasmas, piensa que la cosa no es si querés volver, sino si te conviene volver a tu ciudad natal o, lo que es lo mismo, a tu pasado. El escritor es Juan Rulfo, quien nació en un pequeño pueblo de México llamado Sayula, un 16 de mayo de 1917.