miércoles, 9 de marzo de 2011

Yolanka en revista miNatura (Cuba-España)


La revista miNatura, especializada en el género de ciencia ficción, terror y fantástico, lanza el número dedicado a Super héroes.
Especialmente para ellos, escribí Yolanka, un homenaje al peleador de Titanes en el Ring que dominó el espacio de gran parte de mi infancia.
Si querés conocer a Yolanka:
http://www.youtube.com/watch?v=F9zxTNWR4NY

Para acceder a la revista miNatura y disfrutar de la gran cantidad de minirelatos:
http://www.servercronos.net/bloglgc/index.php/minatura/2011/03/07/revista-digital-minatura-109

Yolanka
Es viernes y Titanes en el Ring presenta la pelea de cierre: Yolanka versus Karadagián. Mi cuchara raspa las paredes del pote de vidrio del yogurt Yolanka de Krasdorf, ese que me promete ser como mi héroe. En blanco y negro aparece la nave de Yolanka y desparrama humo sobre un ring donde cinco holandesas bailan. Yolanka pasa entra las cuerdas con su capa, capucha y escafandra. Se suma al baile de las holandesas y las gradas explotan. Zapateo sobre las baldosas de la cocina y mamá me pide que me siente. No le hago caso. El árbitro William Bu da indicaciones a los contrincantes y recibe los abucheos. La imagen de la tele se pierde. Es por culpa del viento del oeste y las nubes. La pantalla es trazada por líneas horizontales que replican a Yolanka y Karadagian entreverados. Papá me corre a un costado del telefunken, toca el buster y las rayas desaparecen. Vuelve el programa. Las cinco holandesas, en primera fila, comen yogur y saludan. Agito mi mano derecha y les muestro el frasco de yogur casi vacío. La pantalla vuelve a verse a los saltos y los parlantes de la tele largan un “RPQ 579, Río-Potosí-Quito 579”. Es Fischer, el radioaficionado; siempre nos interfiere en el televisor y en el momento menos indicado. Papá lo insulta y mete mano en el buster.

La pantalla se hace gris. Estoy por perderme la pelea. La cabeza arde. Voy del comedor al patio. En lugar de estrellas, el cielo está copado por nubarrones blanco y negro. Trepo a la casilla del gas, de ahí subo al techo. La espalda arde. Piso las chapas y llego a la torre. Me impacta la primera perdigonada de gotas. Aprieto fuerte el cable suelto de la antena. Las manos arden. Un rayo ramificado en mil cuchillas de plata une las puntas de todas las antenas del pueblo. Mis ojos arden.

El tronar de la nave ensordece. Estiro las manos hacia la noche. Es viernes y debo luchar en la pelea de cierre de Titanes en el Ring.