lunes, 13 de agosto de 2012

Nota en Culturamas (España) sobre mi paso por la Semana Negra de Gijón

Por Laura Muñoz

Como si de un juego de tratara: de entraña a entraña y tiro porque me toca. ¡La guerra, que viene la guerra! ¡El gallo, que la lidera! ¡El gallo!
Estos gritos, en la Carpa A Quemarropa. A su lado, Rodolfo Martínez como presentador de “2022, la guerra del gallo” y su autor Juan Guinot. Martínez asegura haber encontrado en “2022” una epopeya contada desde el realismo a pesar del maquillaje fantástico con que Guinot la disfraza.

Antes de desgranar la historia, la trama y el sentimiento que guarda este ex- no combatiente, viene el paso de Guinot por la Semana Negra. Firme. Así fue. Amigo en media hora, conversador inagotable, sencillo, inocente y sincero. Estos dos últimos adjetivos tienen explicación en “Pensaba que no podía descubrir fauna nueva”, que fue LA frase de Guinot. La fauna, somos los demás. Me gusta. Es “bien” pertenecer a la fauna si así sorprendes a alguien. Uno de los más madrugadores, mate en mano, de la Semana. Tuve la suerte de intercambiar impresiones y jugar a inventar proyectos con este nominado al premio Celsius 232. Quiera o no, este ex- no combatiente es parte de la fauna semanera.
Pero vamos al lío, porque realmente lo es. ¿Qué se hace con un niño que se alista en la guerra de las Malvinas y, más tarde, se arrepiente? Nada. La suerte, en esta ocasión, estuvo de su lado: nunca lo llamaron. Desde esa experiencia, Guinot traslada la locura a su protagonista, que siente un profundo odio por el colonialismo inglés, con traumas propios de un combatiente que nunca lo fue. Este niño, ya crecido, no entiende cómo puede ser que el bueno no gane si es lo que ve en las series americanas, en todas. Él es bueno, quiso ganar Malvinas y no. No puede ser, hace falta otra guerra. Locura. Más locura. Alguien, en un hospicio en el que es internado, le cuenta de su participación en la operación Algeciras, donde planean atentar con una bomba a un submarino ubicado en El Peñón. La señal que necesitaba, piensa. Y todo explota, sin bombas ni nada.
El bucle empieza. Vueltas y planes y vueltas.
El petardazo, por supuesto, no pienso desvelarlo aquí. Dos opciones disponibles: agarrar la novela editada por Talentura o asistir a la obra de teatro basada en la novela que se acaba de estrenar en Argetina. Eh! Si tienes la suerte de poder vivir las dos, te envidio.