jueves, 15 de marzo de 2012

Héroe fatal, mi cuento en miNatura 117 - Licantropía



Ya salió el número 117 de revista miNatura. En esta oportunidad está dedicada a los hombres/mujeres lobos/lobas.
http://www.servercronos.net/bloglgc/media/blogs/minatura/pdf/RevistaDigitalmiNatura117.pdf
Mi cuento es:
Héroe fatal
Nemesio entra a la pulpería con la cara, manos y camisa llenas de sangre. Los paisanos no lo saludan, no sacan las miradas de sus cartas, siguen con su partida de mus, guarecidos debajo de la capa espesa del humo de los cigarros. El pulpero pone en la barra un trago de caña y se mete en la cocina. Nemesio se acerca al vaso, marca sus huellas ensangrentadas sobre el cristal y se lo lleva a los labios, traga de un saque. El pulpero reaparece ni bien el vaso vuelve a golpear contra la madera de algarrobo y repone el trago. Nemesio repite la acción de tomarse la caña, de un solo trago, el pulpero de meterse en la cocina y reaparecer al sonar el vaso vacío. Y se repite hasta que se termina la segunda botella de caña y Nemesio se desploma sobre el piso de tierra. Automáticamente. la partida de mus y los feligreses (con su indiferencia a cuestas) se van corriendo de la Pulpería. El Pulpero reaparece con trapo y balde. Moja el paño con el agua del balde y limpia cara, manos, brazos y pecho de Nemesio. Luego le quita la camisa y la mete adentro del balde, donde el trapo flota sobre un agua enrojecida. El pulpero se mete en la cocina. Se escuchan ruidos metálicos. El pulpero reaparece con una cuchilla de monte, se acerca a Nemesio y le corta el cuello. El pulpero no mira la sangre que mana y vuelve a ensuciar la piel de Nemesio. El pulpero no quita los ojos de la empuñadura que su mano sostiene con firmeza y, tras un grito ahogado, lamenta el ahogo punzante que ahora siente en su pecho.
Al día siguiente, el diario local llega para sacar la foto que mostrará al héroe que cazó a El Lobizón. En esa foto se verá a El Pulpero sentado en el suelo con la espalda apoyada en la parte baja de la barra, la cabeza algo ladeada a la derecha, con los ojos entreabiertos y la mano aferrada a la empuñadura de la cuchilla de monte que, en la madrugada, se clavó en el corazón. A sus pies yace Nemesio, su séptimo hijo varón. La sangre de ambos, fundida sobre el piso de tierra, está seca.