viernes, 19 de octubre de 2012
jueves, 18 de octubre de 2012
Presentación de 12 ROUNDS en la FAB
Dos postales de la presentación de la antología de relatos de boxeo "12 Rounds", en la Federación de Box.
Nos acompañaron el campeón (y prologuista del libro) Sergio Víctor Palma, los periodistas Walter Nelson y Jordan Gallicchio.
Fue una noche emocionante. Convergieron en este libro varias luchas. La de los antologadores (Marcos y Marinana) que se la vieron peliaguda, pero no aflojaron hasta el final. La de los autores que tuvimos que meternos en el fragor de los golpes para sacar literatura. La de la agencia Anich que fue torciendo a los medios para conseguir espacios. Y, por último, la de atrapar a un público lector, que de apoco (y con una aceleración auspiciosa), está comprando el libro y, además, nos expresa la gratitud de la lectura.
Carlos Salem, Marcelo Luján, Marcelo Guerrieri, Patricio Eleisegui, Gabi Cabezón Cámara, Maraina Kosodij, Marcos Almada, Hernán Brignardelo, Nicolás Correa, Patricia Suárez, Clara Anich y Juan Guinot, con prólogo de Sergio Víctor Palma, formamos parte de este maravilloso libro.
Nos acompañaron el campeón (y prologuista del libro) Sergio Víctor Palma, los periodistas Walter Nelson y Jordan Gallicchio.
Fue una noche emocionante. Convergieron en este libro varias luchas. La de los antologadores (Marcos y Marinana) que se la vieron peliaguda, pero no aflojaron hasta el final. La de los autores que tuvimos que meternos en el fragor de los golpes para sacar literatura. La de la agencia Anich que fue torciendo a los medios para conseguir espacios. Y, por último, la de atrapar a un público lector, que de apoco (y con una aceleración auspiciosa), está comprando el libro y, además, nos expresa la gratitud de la lectura.
Carlos Salem, Marcelo Luján, Marcelo Guerrieri, Patricio Eleisegui, Gabi Cabezón Cámara, Maraina Kosodij, Marcos Almada, Hernán Brignardelo, Nicolás Correa, Patricia Suárez, Clara Anich y Juan Guinot, con prólogo de Sergio Víctor Palma, formamos parte de este maravilloso libro.
miércoles, 17 de octubre de 2012
Gota fría, lo escribí para Radio América/Nobleza Obliga
La taza tiene líquido caliente. Muy caliente. Desde el aire,
un gotero frío suelta una gota. La superficie humeante reparte olas.
El hombre recibe en una fuente de plata, cucharita de plata
y servilletas de seda, la infusión que pidió para sobrellevar una larga noche
en vela.
Se enoja con el asistente, le dice que no es la primera vez
que remarca que a él le deben traer el té en taza de vidrio y nada de bandejas
y cubiertos de plata. El asistente muerde la lengua y esconde la mirada en su
halo de sombras. En la oscuridad, se pierde y guarece.
El hombre aparta la taza a un extremo del escritorio. El
vapor empaña sus lentes. Repasa los anteojos con la servilleta de seda, se los
vuelve a colocar. Las lentes acercan su mirada a los números de esos libros
contables. Números de muchas cifras y con destinos difusos del dinero. Aguza la
mirada y las páginas amarillas mutan a oro, las tripas le duelen, azorado,
descubre que el dinero va por un caudaloso curso que se ramifica en mil
regiones, y se pierde lejos de los terrenos áridos que debería irrigar.
El martilleo dentro del pecho hace eco en la gran
habitación. No le caben dudas, tiene delante de si la punta de un ovillo
siniestro.
Se echa atrás en la silla. Se pasa los dedos índice y mayor
por las sienes. La cabeza, le quema.
Trata de inspirar, de conseguir calma. Respira profundo y en
sus narinas entra una sutil traza de té. Mira la taza, acerca el torso a la
mesa, separa la espalda de la silla. El dedo índice de la mano derecha engancha
con el aza de porcelana, acerca la taza a sus labios. Los cristales de los
anteojos vuelven a empañarse. Borrosa la mirada, solo siente como el té
calienta la lengua, baja por la tráquea.
Le entran ganas de dormir. Es algo repentino. Tal vez, piensa, tanta
tensión pida que, por la menos unos minutos, cierre los ojos. Un cosquilleo
asciende por el cuello, la lengua, los labios. Caen los párpados. El tamborileo,
debajo del esternón, deja de sonar. Las narinas no traen aire, ni lo sueltan.
Entre las sombras, acechante, se esperan los minutos que prescribía el gotero
para dejar que la gota fría termine de desencadenar una tormenta infernal.
Albino Luciani nació un diecisiete de octubre de 1912.
Conocido como Juan Pablo I murió a los treinta y tres días de haber sido
nombrado Papa.
jueves, 11 de octubre de 2012
Luis Aguilé, lo escribí para Radio Amércia-Nobleza Obliga

Es este tema de la marioneta en el viejo hospital de los muñecos,
esperando un transplante de corazón, el que me quita el sueño. Se me vendrá una
noche larga, donde pelearé con mis hermanos porque no se apague la luz del dormitorio.
La canción cuenta del viejo cirujano que llaman por urgencia y le
pregunto a mi viaja si el abuelo que no conocí, que era médico y operaba, si
viviese, hubiese salvado a Pinocho. Y si bien mi vieja te suelta con frialdad
de cirujano cualquier definición de la muerte, que le pregunte por su padre muerto
le provoca que la voz le sala troceada en silabas, los mocos se le atraganten,
y al final, termina yéndose para la cocina a tomar un vaso de agua y se
entretiene con lavar cubiertos, piso, ventanas y no vuelve conmigo. Me quedo con
el disco, este que me cuenta que el hada le trae un corazón de fantasía y todo
se arregla. Pienso que mi mamá es demasiado religiosa para creerse lo de las
hadas y no voy a preguntarle si es cierto lo que dice la canción. No voy a
volver a preguntarle sobre la muerte. En catecismo pregunte por mi abuelo y el
catequista con cara de feliz cumpleaños y una sonrisa que daba miedo me dijo
que está en el cielo, que tengo que estar contento que el abuelo este con los ángeles
y no en el infierno. Y yo le dije que prefería que mi abuelo esté conmigo, no
con los ángeles. Al tipo los ojos se le pusieron negros. El catequista me da
miedo cuando habla. Y yo no estoy contento, a mi abuelo lo quiero en casa y en
el hospital, curando a los pinchos con
corazones de verdad, esos que hacen ton/ton/ton y suenan acá, en la garganta.
La canción termina, levanto el brazo del tocadiscos, apoyo la púa en el
tocadiscos, vuelven a salir por el parlante del WINCO la fritanga y los
primeros acordes. Mis ojos cargados sueltan gotitas. Pienso en la cara del catequista, las tareas
de la casa que acallan a mama y en el abuelo, el que no conocí, el cirujano, lo
imagino en alguna parte de otra parte que no conozco, todavía, con la manos
metidas en el pecho de un muñeco, latiendo en la punta de sus dedos.
Quien canta la canción de Pinocho es Luis Aguilé. Luisito saltó del
surco de esta vida un día como hoy en el ano 2009.
martes, 9 de octubre de 2012
viernes, 5 de octubre de 2012
¡Suena la campana!
Este gran libro de cuentos, antologado por Marcos Almada y Mariana Kosodij, y con prólogo del Campeón Sergio Víctor Palma, incluye mi relato "Unificación".
jueves, 4 de octubre de 2012
En Alejandría
Estuve dando voz al gran texto "Los tres" de Eva del Rosario, incluido en la antología "Panorama Interzona".
Los tres fuimos: Eva del Rosario, Hernán Dominguez Nimo y yo.
Cabe decir que los tres lectores, formamos parte de la antología coordinada por Elsa Drucaroff.
V2 Cabeza mortal- Lo escribí para Radio América
Se encienden los motores, el rugido ensordece, hace que se
te paren los pelitos del brazo, que achiques el pescuezo y quieras hacerte bien
chiquito. La punta de acero va partiendo el aire, las nubes. La estela hace
gris al cielo celeste y sangrante al sol. El primer cohete nazi, cabeza mortal,
acaba de trepar cinco kilómetros y, antes de caer en picada, se ha ordenado la
réplica en escala para provocar muerte masiva al otro lado del Canal de la
Mancha, donde los tipos toman té y conducen sus vehículos al revés del mundo.
En la cabeza de la creación no habrá cerebro. Este hijo
dilecto del hombre de la muerte, de piel de acero, tiene por materia gris casi
una tonelada de algo que explota feo, muy feo. Con esfuerzo y en la cuesta, a
los tipos, la producción le toma dos años. Trabajan cincuenta mil empleados
esclavos, de los cuales, veinte mil, mueren en las líneas de montaje.
Entrado el año ´44 salen disparados las cabezas mortales,
con sus colas de humo y los rugidos de averno. En Inglaterra las reciben, y se
llevan, siete mil almas. Se inaugura, entonces, una era de destrucción sobre
blancos civiles, operadas desde sillones distantes y pulcros, en los comandos
playstation.
El padre de esa cabeza mortal empieza a negociar la salida
del bando de los inminentes derrotados. Tiene dos opciones entre los Aliados.
Inicia una negociación feroz y termina acordado con los del tío Sam. Ellos, los hermanos grandes del Norte, saben
cómo robar talentos que traen negocio grande, contante y sonante, sin
preocuparse demasiado por el pasado.
Entonces, el padre de la cabeza mortal se pasa a las filas
de su enemigo, ahora patrón y aliado, para vomitar todos los saberes de la
muerte, esos conocimientos que mutan de bandera solo para seguir ganando la
guerra que los de a pie, siempre perdemos.
La cabeza mortal es el cohete V2, parido al cielo del
infierno un día como hoy, en el año 1942, por Wermher Von Braun, un nazi
devenido en héroe de la NASA.
miércoles, 3 de octubre de 2012
Entrevista - Buenos Muchachos
3/
¿Qué ritual o método te ayuda a escribir? ¿Varía entre cuentos y novelas?
Arranco con una imagen y unos pocos
personajes claramente identificados y definidos desde lo físico, psicológico,
energético, red vincular. Me sitúo en un contexto (si es relato de anticipación
o realista). Elijo la voz narrativa y arranco. Por lo general hasta la mitad de
la novela o el cuento tengo un plan del final que, a esa altura del escrito,
modifico.
A un relato lo escribo en una semana. La
novela es un capítulo por semana. Esa sería una estructura de trabajo. Mi
momento de creación es la mañana, bien temprano. Preparo el mate, miro portadas
digitales de diarios, reviso emais, me
desenchufo de internet y arranco. A
media mañana, dejo de escribir.
Esta es una de las preguntas del blog administrado por el escritor Juan Manuel Candal. Para ver la nota completa:
lunes, 1 de octubre de 2012
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