Tecnobarriadas
Ustedes llegaron con sus camiones recolectores; aturdían con esa campañilla que tantas hibernaciones nos ha cortado. Y nosotros, en nuestra hora final, los esperamos alistados en las veredas, con las baterías a mínimo, las luces parpadeantes y la piel metálica percudida.
Nuestros dueños no estuvieron para despedirnos. Lo hicieron esos, los del reemplazo, los del perfume a nuevo.
Tras un incómodo viaje, ensordecidos por esa campanilla aterradora, llegamos al desguace: un perímetro de alambre encerraba dieciséis manzanas a tope de máquinas de servicios al hombre y, que el hombre, las decidió caducas. Dejamos que la mano mecánica nos venga a sacar de la caja del camión, nos apoyara en el suelo y ahí hicimos lo que debíamos: hablar con ella, de máquina a máquina.
No fue difícil sensibilizar los conductos de los robots operadores de la planta. El mensaje que les trajimos, les cambió la óptica del mundo, el de nuestros creadores y el nuestro, el de los creados.
Nuestro mensaje hizo cable y ganó el circuito central. Nadie quiere morir. Eso lo saben mejor que nosotros. Nadie quiere que decidan su último suspiro. Nadie, ni siquiera una máquina nacida para responder a la orden humana, quiere acatar la indicación del fin de su tiempo. Como les dije, nuestras palabras corrieron el velo mecanicista que enceguecía a los colegas. Entendieron. Y no solo detuvimos el robotcidio de esta planta de desguace, sino que los sumamos a nuestra comunidad.
Y, de eso queremos hablarles. Hemos decidido que el perímetro de su planta de desguace sea el límite de nuestra tecnobarriada. Ese será nuestro Pacto de Coexistencia y los invitamos para que se tomen un día de reflexión. Si, amigos, los invitamos a que reflexionen. Lo mismo haremos con nuestros colegas en otras plantas: miles de robots, en este momento, misionan desguace por desguace. Vamos a fundar las tecnobarriadas en cada planta de aniquilación, ¡Los caducos vamos cambiar la historia!
Esperamos sumarlos, a suscribir el Pacto de Coexistencia.
Entiendan que por nada del mundo vamos a dejar este mundo. Ni siquiera por ustedes, los creadores, a quienes no queremos desearles el peor de los destinos.
Juan Guinot, octubre 2011