Ni bien suelto la púa del Winco y las fritangas de esas partículas
invisibles y sonoras depositadas sobre el vinilo son superadas por el primer
acorde, me desarmo, la canción de Pinocho me llena los ojos de lágrimas.
Es este tema de la marioneta en el viejo hospital de los muñecos,
esperando un transplante de corazón, el que me quita el sueño. Se me vendrá una
noche larga, donde pelearé con mis hermanos porque no se apague la luz del dormitorio.
La canción cuenta del viejo cirujano que llaman por urgencia y le
pregunto a mi viaja si el abuelo que no conocí, que era médico y operaba, si
viviese, hubiese salvado a Pinocho. Y si bien mi vieja te suelta con frialdad
de cirujano cualquier definición de la muerte, que le pregunte por su padre muerto
le provoca que la voz le sala troceada en silabas, los mocos se le atraganten,
y al final, termina yéndose para la cocina a tomar un vaso de agua y se
entretiene con lavar cubiertos, piso, ventanas y no vuelve conmigo. Me quedo con
el disco, este que me cuenta que el hada le trae un corazón de fantasía y todo
se arregla. Pienso que mi mamá es demasiado religiosa para creerse lo de las
hadas y no voy a preguntarle si es cierto lo que dice la canción. No voy a
volver a preguntarle sobre la muerte. En catecismo pregunte por mi abuelo y el
catequista con cara de feliz cumpleaños y una sonrisa que daba miedo me dijo
que está en el cielo, que tengo que estar contento que el abuelo este con los ángeles
y no en el infierno. Y yo le dije que prefería que mi abuelo esté conmigo, no
con los ángeles. Al tipo los ojos se le pusieron negros. El catequista me da
miedo cuando habla. Y yo no estoy contento, a mi abuelo lo quiero en casa y en
el hospital, curando a los pinchos con
corazones de verdad, esos que hacen ton/ton/ton y suenan acá, en la garganta.
La canción termina, levanto el brazo del tocadiscos, apoyo la púa en el
tocadiscos, vuelven a salir por el parlante del WINCO la fritanga y los
primeros acordes. Mis ojos cargados sueltan gotitas. Pienso en la cara del catequista, las tareas
de la casa que acallan a mama y en el abuelo, el que no conocí, el cirujano, lo
imagino en alguna parte de otra parte que no conozco, todavía, con la manos
metidas en el pecho de un muñeco, latiendo en la punta de sus dedos.
Quien canta la canción de Pinocho es Luis Aguilé. Luisito saltó del
surco de esta vida un día como hoy en el ano 2009.