Yoel Eudardo se despegó
de la almohada. El lamparón de llanto es un redondel húmedo en el mullido
receptor de cabeza. No puede demorar más las cosas, enciende el celular,
escribe:
Yoel Eduardo: Hola,
Dolo, hubo una confusión, nunca quise otra cosa que mantener una relación de
laburo.
Dolores Fonzi: Ok
Yoel Eduardo: Tomamos
algo, así te cuento.
Dolores Fonzi: Viste q
hora es??? (manito de saludo)
Yoel Eduardo: (Carita
triste – Revólver – Pulgar para abajo)
Dolores Fonzi: Q
quieres pendejo
Yoel Eduardo: (Manito
de saludo)
Dolores Fonzi: Pinche
way, soy el marido de Dolores.
Yoel Eduardo: Gael!
CA-PO (pulgar para arriba) Fue sin querer queriendo JAJAJA!!!
Dolores Fonzi: Me la
pelas
Yoel Eduardo: Tu Gael
Yo Yoel, GE-NIO. Qué mujer tenés. Hacen una pareja DI-Vi-NA (pulgar para
arriba)
Dolores Fonzi: Chinga
tu madre, pendejo, te voy a ir a buscar.
Yoel Eduardo: Dale,
hablamos, tengo un proyecto para vos, te dejo, estoy a mil (manito saludo)
Yoel Eduardo bloquea a
Dolores Fonzi (y a Gael García Bernal). Apaga el celular. Salta de la cama y
va hacia la ventana. Siendo las tres de
la mañana, solo ve, en la vereda, al linyera instalado ahí, desde hace dos
meses. Cierra las cortinas. Mete el celular adentro del microondas, cree que
así será difícil que lo rastreen. Se mete adentro de la cama. Se tapa con las
sábanas hasta la punta de los pelos. Tiembla, se le representan mil pesadillas,
se proyecta en el peor de los mundos, uno que está lejos, muy lejos del mundo
de los actores, la fama, el dinero y una esposa (actriz) famosa y recontra
fuerte. Y, de tan lejos que se ve, y atemorizado que se siente, esta noche de
derrota, del cagazo, no duerme ni llora.