miércoles, 9 de mayo de 2012
El Gran Pez - Apertura que escribí para Radio América AM1190 ("Nobleza Obliga")
Pescador de historias
Es viernes. El sol cayó detrás de las colinas y el chico está pegado al cristal de la ventana, atento al camino de tierra. Una nube de polvo irrumpe en el horizonte y va corriendo a la cocina para decirle a la madre que papá está de regreso.
El padre es viajante y pasa mucho tiempo lejos de la casa. Por eso, cuando llega, se huele a comida rica y la música ambiente es pura risa.
El hombre empuja la puerta, tiene los brazos cargados de bolsas y un maletín. El hijo hace un pique recto, salta en el aire y se le se le prende al cuello, lo aprieta bien fuerte, no quiere soltarlo, no quiere que se le vaya de nuevo.
El papá, mientras suelta lo que lleva agarrados de las manos para dedicar sus brazos al niño, le explica que lo tendrá dos días para él, que tiene para contarle unas historias increíbles.
El chico lo suelta y se desliza en tobogán por la ponzota del papá. No le saca los ojos de encima, mientras van juntos al comedor.
Cada uno se acomoda en su silla. El chico arrima el pecho a la mesa. El papá besa a su esposa y encara para el comedor. Se derrumba en la silla y suspira aliviado. Mira al chico, le dice que no sabe por dónde empezar a contar lo que sus ojos vieron esta semana. Hace un silencio, se rasca el mentón, luego la boca. Separa la mano de los labios y le dice que empezará con las aventuras en el bosque donde vive un gigante que toca las nubes con la punta de los dedos.
La madre escucha; suelta una sonrisita mientras corta el pastel de carne. Luego va a su silla. No interrumpe ni para darle las gracias al Señor de que su querido esposo haya regresado a casa, que en su mesa no falte el pan y que su hijo sobrelleve, sin lamentos, los cada vez más prolongados viajes del padre, subido a la ilusión de conocer las historias que este le trae a la vuelta de cada gira.
Ella disfruta de ver a los varones de la casa como viajan a un mundo imaginado que ella se pierde de visitar porque, tal vez, la fuerza de gravedad del hogar no le permita despegar las suelas de sus zapatos del piso de madera.
Al chico le brillan los ojos hasta cuando, horas más tarde, caen los párpados porque no puede más de sueño.
La mañana lo esperará con un desayuno y papá con sus historias, de esas que le cuenta cada vez que vuelve de los viajes largas. Esas que empezaron con la captura fallida de un pez gigante y abren en la cabeza del chico una explosión fantástica de creatividad y vida.
Esta es, más o menos, la historia de la película “El Gran Pez”. El padre, en la película, es el actor Albert Finney que nació un 9 de mayo de 1936.