jueves, 6 de septiembre de 2018

Misión Kenobi por Patricia Maidana (Profesora de Literatura y escritora)

"Misión Kenobi" es una maravilla. Podría poner un punto acá e irme porque la novela vale por sí sola. Pero voy a dar mis argumentos. Digo que es una maravilla porque da cuenta del trabajo magistral de su autor, Juan Guinot.
Primera mención para la intertextualidad, el juego con la película Star Wars que es, en la palabra y el imaginario del niño protagonista, la marca de su inocencia y una ternura profunda. Y que para mí significó el poder desasnarme a la vejez, acerca de esa saga fantástica que el cine tuvo a bien dar a luz y que yo nunca había visto. Mi suerte de que fueran mis propios alumnos los que me enseñaran el mundo Star Wars con mapas conceptuales y todo. Aclaro que si no viste la película y no tenés quién te acerque a ella, "Misión Kenobi" se disfruta igual.
La novela sigue todos los pasos del "camino del héroe" que señalara el mitógrafo Joseph Campbell, y nuestro pequeño héroe nos llevará hacia una aventura ecológica increíble, un desafío que le enseñará y nos enseñará a los lectores y lectoras que la lucha nunca finaliza, pues (cito) "los malos están ahí, haciendo la de ellos, contra nosotros, siempre". En ese sentido sigue la tradición de las novelas de aprendizaje. Pero e mucho más que eso.
Tuve la oportunidad de conocer la historia en su edición anterior hace dos años, y haberla leído con mis alumnos y alumnas fue un hecho conmovedor, porque, como ya les conté, fueron ellos quienes me posibilitaron comprender las relaciones trazadas por Guinot con la película; y además, juntos nos encariñamos con su protagonista, juntos pasamos la zozobra y la gracia, el miedo y la gloria, la tristeza y la soledad que por momentos viviera ese pequeño jedi. Quiero decir que "Misión Kenobi" es, sí, un libro para niños y jóvenes, pero también para nosotros, los adultos que queremos seguir creciendo, seguir aprendiendo en el camino de vivir. Por eso, mamás y papás, hermanos y hermanas mayores, tíos y tías, abuelas y abuelos, maestros y maestras: si tienen la oportunidad de leer "Misión Kenobi" con sus niños y niñas, por favor, háganlo.
En lo personal, cuando Juan Guinot me dio el inmenso honor de formar parte de esta mesa hoy, releí el texto en esta nueva edición de Editorial Corregidor. Y me encontré con un libro hermoso. Hermoso en cuanto objeto, y tan bellamente ilustrado que se reforzó la maravilla que para mí es la novela.
Ahora venía en el tren Sarmiento releyendo, y hallé pasajes de un gran trabajo literario, imágenes tan bien construídas que me la pasé poniendo papelitos en el libro. Es decir que una vez leído, el libro puede darnos frases e ideas sublimes.
Guinot trabaja, por si fuera poco todo lo mencionado antes, con un inmenso respeto por el sentido de familia. Destaco la presencia de esos tíos raros que casi todos tuvimos en la vida real sin duda, y que acá cobran un rol de héroes a pesar de sí mismos, que los redime y a la vez los dota de una humanidad que habían perdido.
La escritura de Guinot es tan afinada que también se puede inscribir la novela entre los libros escritos sobre la figura del padre. Este Obi Wan Kenobi fantasmal, necesario y ausente. Hay amor y hay homenaje, tanto como lo hubiera en las Coplas del poeta Manrique, en el Renacimiento, o como en nuestra literatura contemporánea, lo hiciera Mauro Libertella con "Mi libro entrerrado". Pero eso sí, en Kenobi no hay tiempo de llorar, hay que montar la bicicleta e ir a hacer justicia.
El camino de este jedi mercedino es quizás uno de los mayores aprendizajes que nos toca a los seres humanos, aprender a soltar la mano de nuestros padres y seguir caminando solos. La manera que encuentra este niño está cifrada en un libro. Que es este libro. Ya lo verán.
PATRICIA MAIDANA