Mi colaboración es:
Por mano propia. Juan
Guinot
El
Comisario irrumpe en el templo y encuentra a una chica con la blusa hecha jirones, semidesnuda. Tendido
en el piso, yace el cuerpo de un tipo, boca abajo y culo al aire.
Ella
dice que mató al violador para salvarlo. Muestra cómo lo hizo. Empuña un cuchillo
invisible, las venas de la mano derecha se hinchan, empuja el brazo hacia
adelante, lo lleva y trae veinte veces.
El Comisario
se adelanta, flexiona las rodillas, calza los dedos en el torso del cadáver,
pegado al piso, empuja, logra rotarlo. El muerto queda panza arriba, no
presenta una sola herida de las cuchilladas. Con frustración, le exige a la
chica que diga cómo lo mató y ella repite el gesto con la mano.
Se
reincorpora, hace un recorrido visual del templo y se encuentra con doce
mujeres; vienen de un cuarto contiguo.
Por
sobre las cabezas logra ver que, en la sala contigua hay seis cuerpos
masculinos tirados en el piso. Efectúa cuatro pasos hacia atrás. Las mujeres
van con la chica, la rodean, pasan las manos por el contorno del cuerpo, como tocándola,
pero sin hacerlo.
Las
trece mujeres levantan los brazos y puños apretados hacia arriba. El cadáver en
el piso da espasmos, se despega del suelo, va flotando en el aire y cae al
suelo, se suma a los seis cuerpos. De la punta de los trece puños, de esos
brazos en alto, brota fuego y las llamas se tuercen hasta llegar al cuarto
contiguo, donde los hombres muertos, arden.
Las
voces femeninas murmuran “Justicia”.
El
Comisario retrocede con cautela, se da vuelta, camina hacia la salida del
templo, sin mirar atrás, donde el fuego consume su sombra.
Para acceder a la revista: http://www.servercronos.net/bloglgc/media/blogs/minatura/pdf/RevistaDigitalmiNatura124_sp.pdf