Ya salió revista miNatura (Cuba-España) con un número imperdible dedicado a los viajes en el tiempo. Un cuerpo de sólidos microrrelatos es acompañado por una historieta, imprescindible información científica, un repaso por el cine y los viajes temporales y, para finalizar, la invitación para participar en un nuevo certamen de poesía fantástica.
Para descargar la revista tenés que entrar en:
http://www.servercronos.net/bloglgc/index.php/minatura/
Cura futura es mi microcuento para este número:
Viajó dos años por el espacio. A su regreso, para el tiempo de la tierra, serían treinta y tres años después de la partida. Los médicos le aseguraron que ese lapso bastaba para desarrollar la cura futura. Dejó al laboratorio una paga millonaria y a la agencia espacial legó su imperio de empresas.
El viaje, en general fue placentero: cine, libros, píldoras y pasta. Sufrió periódicos sacudones, pero nada fuera de lo previsto. El cuerpo, eso sí, le había cambiado: músculos laxos, pellejos colgantes, ojeras sempiternas y la piel, esa rara piel, brotada de ínsulas de nicotina.
Dos años para él (y treinta tres años para la tierra) más tarde, regresó a la atmósfera y la nave aterrizó en el punto de partida: una pista gris en medio del desierto.
El sistema de frenos funcionó, calló el rugido de motores. Palpitaba la cura futura.
Del otro lado de la ventana el desierto era recorrido por madejas de hierba seca y tornados enanos. Habló por el transmisor, pero no recibió respuesta. Esperó a que fueran por él y, al pasar los minutos, el júbilo del regreso fue alcanzado por los primeros matices crepusculares.
Fuera de la nave, la arcilla del suelo comenzó a cuartearse y mínimos cristales hincharon sobre la superficie un colchón blanco que crecía más allá de la ruedas.
No quiso bajar de la nave. Imaginó el canto de los grillos. También una recepción estruendosa con cámaras de televisión, periodistas atractivas y el equipo del laboratorio con la dosis de la cura futura.
Cuando la sábana estrellada de la noche lo cubrió por completo y los destellos de la estrellas lo iluminaron, se reencontró con su rara piel hecha un continente de alquitrán.
Sin los treinta y tres años de la tierra, estaba dos años más enfermo.